EL CIENTÍFICO Y EL
EGO (FÁBULA)
Había una vez un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí
mismo tan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la
reproducción. Un día se enteró de que lo andaba buscando el ángel de la Muerte,
y entonces hizo doce copias de sí mismo.
El Ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía
ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al
cielo. Pero no por mucho tiempo, porque, como era un experto en la naturaleza
humana, se le ocurrió una ingeniosa estrategia.
Regresó dé nuevo y dijo: "Debe de ser usted un genio, señor, para
haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo, sin embargo, he
descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto".
El científico pegó un salto y gritó: "Imposible! ¿Dónde está el
defecto:'".
"Justamente aquí", respondió el ángel mientras tomaba al
científico de entre sus reproducciones y que lo llevaba consigo.
"Todo lo que hace falta para descubrir al 'ego' es una palabra de
adulación o de crítica”.
ACTIVIDAD : LLER EN VOZ ALTA Y TOMAR EL DICTADO DEL PRIMER PARRAFO
MARTES
A un niño le encantaban los circos y lo que más le gustaba era los
animales y de todos ellos el que más llamaba su atención era el elefante.
Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza
descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al
escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba
una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas
enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y
poderosa, parecía obvio que ese animal era capaz de arrancar con facilidad la
estaca y huir.
El misterio era evidente: ¿Por qué no huía si aquello que lo sujetaba
era tan débil comparado con su fuerza?
Cuando tenía cinco o seis años, pregunté a varias personas por el
misterio del elefante y alguien me explicó que el elefante no se escapaba
porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: Sí esta amaestrado, ¿por qué lo
encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Hace algunos
años descubrí a alguien lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:
"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca
parecida desde que era muy pequeño".
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando
de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente
muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió
a probar, y también al otro y al que seguía... hasta que un día, un terrible
día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso no escapa porque CREE QUE NO PUEDE. El
tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que se siente
poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar
seriamente ese registro. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza
otra vez.
Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo
atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivirnos creyendo que un
montón de cosas "no podemos hacer", simplemente porque alguna vez
probamos y no pudimos.
Grabamos en nuestro recuerdo "no puedo... no puedo y nunca
podré", perdiendo una de las mayores bendiciones con que puede contar un
ser humano: la fe.
La única manera de saber,
es intentar de nuevo poniendo en el intento TODO NUESTRO CORAZON y todo nuestro
esfuerzo como si todo dependiera de nosotros, pero al mismo tiempo, confiando
totalmente en Dios como si todo dependiera de Él.
ACTIVIDAD: LEER ATENTAMENTE Y REALIZAR UN DIBUJO DE LA LECTURA Y DARLE UN TITULO.
MIERCOLES
LA CUCHARA DEL SABIO
Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres
para que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven anduvo durante
cuarenta días por el desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo, en lo
alto de una montaña. Allí vivía el sabio que buscaba.
Sin embargo, en vez de encontrar aun hombre santo, nuestro héroe entró
en una sala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían,
personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías
suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del
mundo. El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas
para que lo atendiera. El sabio escuchó atentamente el motivo de su visita,
pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de
la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviese dos horas
más tarde.
Pero quiero pedirte un favor - añadió el sabio entregándole una
cucharita de té en la que dejó caer dos gotas de aceite-. Mientras caminas,
lleva esta cucharita y cuida que el aceite no se derrame. El joven comenzó a
subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en
la cuchara. Pasadas las dos hora, retornó a la presencia del sabio.
_¿Qué tal?- preguntó el sabio _. ¿Viste los tapices de Persia que hay en
mi comedor? ¿Viste el jardín, que el Maestro Jardinero tardó diez años en
crear? ¿Reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca?
El joven, avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única
preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había
confiado.
Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo - dijo el sabio
_ No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa. Ya más tranquilo, el
joven tomó nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez
mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las
paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las
flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar. De
regreso a la presencia del Sabio, le relató detalladamente todo lo que había
visto.
¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié? -preguntó el
Sabio.
El joven miró la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado.
-Pues éste es el único consejo que puedo darte- el secreto de la
felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse
nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara
ACTIVIDAD: LEER ATENTAMENTE Y TOMAR EL DICTADO DE UN PARRAFO
JUEVES
LA ANCIANA
Se encontraba una
familia de cinco personas pasando el día en la playa. Los niños estaban
haciendo castillos de arena junto al agua cuando, a lo lejos, apareció una
anciana, con sus vestidos sucios y harapientos, que recogía cosas del suelo y
las introducía en una bolsa.
Los padres llamaron
junto a sí a los niños y les dijeron que no se acercaran a la anciana. Cuando
ésta pasó junto a ellos, inclinándose una y otra vez para recoger cosas del
suelo, dirigió una sonrisa a la familia. Pero no le devolvieron el saludo.
Muchas semanas más tarde
supieron que la anciana llevaba toda su vida limpiando la playa de cristales
para que los niños no se hirieran los pies.
ACTIVIDAD TOMAR EL DICTADO
VIERNES
CÓMO PENSAR
Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio
Nóbel de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota: Hace algún tiempo,
recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante
por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que este
afirmaba rotundamente que su respuesta era absolutamente acertada. Profesores y
estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo.
Leí la pregunta del examen y decía:
Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la
ayuda de un barómetro. El estudiante había respondido: llevo el barómetro a la
azotea del edificio y le ato una cuerda muy larga. Lo descuelgo hasta la base
del edificio, marco y mido. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del
edificio.
Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la
resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y
completamente.
Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el
promedio de su año de estudio, obtener una nota mas alta y así certificar su alto
nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese
nivel.
Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis
minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la
advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada.
Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía huchas
respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excusé
por interrumpirle y le rogué que continuara. En el minuto que le quedaba
escribió la siguiente respuesta: tomo el barómetro y lo lanzo al suelo desde la
azotea del edificio, calculo el tiempo de caída con un cronometro. Después se
aplica la formula altura = 0,5 por A por t^2. Y así obtenemos la altura del
edificio.
ACTIVIDAD: LEER, TOMAR EL DICTADO Y REALIZAR UN DIBUJO
ESTAS ACTIVIDADES DEBER ARCHIVARSE EN LA CARPETA Y PRESENTARLAS A DIARIO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario